La gente prefiere perecer a cambiar sus hábitos
León Tolstoi ya lo sabía. Y se confirma una y otra vez. Por supuesto, tampoco aquí cabe generalizar, pero es cierto que el hombre es un animal de costumbres. Porque es más fácil actuar según los viejos patrones. Pero el mundo y la realidad cambian - creo se le llama dialéctica hegeliana-, la realidad nos alcanza y no queda más remedio que cambiar nuestros hábitos o hacer algo al respecto. En realidad.
Hoy en día, uno se entera en la red de sucesos que antes de la era de Internet sólo sospechaba o no conocía por el público, sino por sus propias experiencias.
¿Conoces esa sensación? Oyes una noticia y tienes la impresión de haberla oído antes ¿Se repiten los hechos? ¿O está ello relacionado con el hecho de que en algunos lugares el tiempo prácticamente se ha detenido? Así es como me siento regularmente cuando oigo noticias de mi vieja patria, Cuba. Es como un dejavú. Aunque hace décadas que no vivo en la isla y desde entonces rara vez la he visitado, veo cosas en la red y estoy segura de haberlas visto antes. Por ejemplo, alguien publicó el aviso de Oficoda, la Oficina Cubana del Consumidor, el organismo responsable de emitir y administrar las cartillas de racionamiento en Cuba. Decía literalmente: Aviso -Fallecidos -Recluso -Persona, que este en la libreta de abastecimiento y se encuentren fuera del país. *Presentarse en Oficoda *urgente *De no, serán multado. Estoy bien segura de que este post no era ni falso, ni una broma. Más bien, al verlo, tuve la sensación de haber visto este cartel -de una letra bastante pulcra en tinta negra sobre un trozo de cartón- hace años, cuando yo misma aún era cliente de Oficoda.
El fiasco económico de la revolución cubana ha hecho verdaderamente más bien retroceder el reloj. Mientras que de niña en ese país no pasé hambre y estuve razonablemente bien alimentada, a pesar del racionamiento y de la economía socialista planificada y a pesar del embargo estadounidense, madres de Cuba hoy no tienen medios para alimentar adecuadamente a sus hijos. Supongo que ya se han dejado sentir las consecuencias de la desnutrición. Lo que la desnutrición hace al cerebro y lo que significa para el desarrollo infantil es bien conocido. Si se le pregunta a una madre cubana qué le da a su hijo de merienda para la escuela, puede que responda que un trozo de pan, del que ella misma puede haber prescindido. Si tiene suerte, podrá ponerle algo al pan, quizá no para que el niño se alimente, pero sí para que se llene.
Lógicamente no puedo confirmar si las escenas publicadas en la red son reales. Pero puedo imaginármelo. A veces muestran a ancianos, prácticamente esqueléticos, escarbando en la basura. A veces, un niño de doce años que va a ser internado durante 45 días en un centro de detención de menores a petición de su maestra, porque ha de reunirse con disidentes. A veces hacen un llamado para que ayudes a un niño porque necesita un determinado medicamento para su enfermedad crónica. A veces se ve a un niño vendiendo algo en la calle para ayudar a su madre. A veces, uno de esos turistas que viajan a Cuba -a pesar de los llamamientos de algunos cubanos contra el fortalecimiento de la dictadura cubana-, que se ve atrapado por la realidad de allí y experimenta la desmesurada alegría de una niña cubana, cuando le regalan un vasito de yogur y alguna chucherías sin valor. A veces nos enteramos de que una joven de 17 años se refugió en una estación de policía y allí fue asesinada por su verdugo de dos machetazos. A veces vemos fotos de un aula de una escuela cubana donde los niños están sentados al aire libre porque falta el techo del edificio.
Y a veces vemos el testimonio de una mujer cubana que asegura estar dispuesta a defender la revolución. Creo que no sólo está en su derecho, sino que tiene la suerte de poder articular esta, su opinión. A esta misma pregunta de si está dispuesta a defender la revolución, la mujer y madre responde lo siguiente: Aquí todo está organizado. Aquí cada cual sabe, las mujeres y los niños sabemos para donde ir. Las amas de casa van para un lugar con los niños, las que están activas sabemos que tenemos que coger hasta un bate … Acá muchos han emigrado …por problemas económicos, no porque no están de acuerdo con esto, por problemas económicos, la interrumpe su esposo. Ella: Nosotros estamos conscientes donde estamos. Nosotros queremos que mejoren unas po…, unas cosas, unas poquitas cosas, pero yo me quedo acá. Mi hija va sola, esa niña de once años va sola a la escuela, que son diez, once cuadras. Toda esa seguridad no la cambio por nada. Quisiera otras cosas, tener una casa con un jardín, criar mis pollos, mis patos, mhh… jacuzzi, jardín y eso… El esposo, que por cierto habla a la cámara con el torso descubierto, la interrumpe nuevamente: Me gustaría viajar, ir a Venezuela, ir a Argentina, ir a cualquier parte del mundo… conocer, trabajo y digo, bueno mis vacaciones … voy a conocer… La señora continúa: Quisiera ir y venir. Y él: ¿Cubanos que están en Estados Unidos? La mayoría quiere virar para atrás. Ella continúa: Porque lo que yo hago aquí en Cuba, no lo voy a poder hacer en Estados Unidos, ni en ninguna parte. Aquí con un trabajo no me alcanza para todo, pero yo como todos los días, yo oigo música, cuando yo quiera, es decir hago lo que yo quiera aquí en mi país, que no lo puedo hacer allá. Allá hay que trabajar en tres, cuatro, cinco trabajos para poder lograr lo que quieres. El esposo: Uno piensa en las cosas materiales y eso no es todo. Ella: La salud, los niños aquí tienen seguridad, aquí es lo primero…
El poder de la costumbre.
Nat Neumann, febrero de 2023
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