La 1 363
Si miran a Cuba hoy, no creerán que alguna vez fue - antes de 1959 - un país en la cuna del progreso. Si uno mira hoy a Cuba y sus problemas de transporte, sus autobuses atestados, su infraestructura ferroviaria apenas existente, no creerá que la isla fue el primer país latinoamericano, el segundo de América y el séptimo del mundo en poner en marcha un ferrocarril, concretamente el que comenzó a funcionar el 19 de noviembre de 1837.
En 1851 se fundó el central Vitoria en Yaguajay, un pueblo no muy lejano al mar en la región central del país. El central existió hasta 2002. Según documentos históricos, a principios del siglo XX circulaban nueve locomotoras por la línea ferroviaria de vía estrecha de un kilómetro de longitud. Entre otras cosas, tiraban de los vagones con las jaulas en las que se transportaba la caña de azúcar. También se utilizó la locomotora construida en 1917 por Baldwin Locomotive Works de Filadelfia (Estados Unidos), la marca más representada en la isla. Se dice que en los días posrevolucionarios de la última cosecha de caña de azúcar en la región había 11 locomotoras. Se dice además que una de ellas sigue existiendo en la actualidad, una locomotora de vapor original de patín plano perteneciente a la serie 46 768.
En 2004, el revolucionario Consejo Nacional del Patrimonio Cultural cubano declaró las antiguas locomotoras de vapor como patrimonio cultural de la nación. Dispersas en museos y espacios públicos, marcan la historia de Cuba. Se procuró seleccionar los lugares adecuados para su colocación, donde estarían bajo la vigilancia de instituciones supuestamente capaces de cuidar los motores y mantenerlos en buenas condiciones. Así fue como la número 1 363 acabó en la fábrica de azúcar de Uruguay. Sin embargo, allí no se le prestó mucha atención ni cuidado, al parecer por su aspecto y mal estado.
En 2016, se conoció que para el período 2019-2020 se iba a construir una planta de bioenergía en la ubicación Uruguay, donde estaba dicha locomotora. Así que se trasladó a una base de autobuses en Jatibonico.
Nadie sabe realmente cuánto tiempo permaneció allí, porque un día un trabajador descubrió, casualmente, que la 1 363 no estaba en su sitio.
Como asegura Vox Populi, había sido desmantelada en tan sólo tres días tras comprobar que ocupaba demasiado espacio y no servía para nada. Así lo corroboró una investigación. Los guaqueros de la base de autobuses habían decidido en una reunión que la locomotora sería mucho más útil como chatarra para la empresa de recuperación de materia prima que para el patrimonio cultural. El valor inicial de la vieja locomotora: 22.140, el último valor contable: 3.545 pesos cubanos.
Según resultado de la búsqueda del elenco de un podcast cubano en el marketplace "Revolico", equivale esta suma al precio de una pila para el fregadero, de una raqueta de tenis, de una teja, de un par de chancletas o de una tanqueta de 10 litros de yogurt.
El "asesinato" de la 1 363 quedó impune. El artículo 8.2 del código penal de Cuba estipula que no se considera delito la acción, que aún reuniendo los elementos que lo constituyen carece de peligrosidad social por la escasa entidad de sus consecuencias y las condiciones personales de su autor.
Ello significa que como la locomotora con sus 105 años de historia valía lo mismo que un par de chancletas, el percance no fue más que eso: un percance.
Así hizo la 1 363 su último viaje.
Nat Neumann, septiembre del 2022
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