Cosi fan tutte
Conocemos el significado del dicho, aunque no hablemos italiano. Gracias a Mozart. Quizá hayas visto su ópera en la que los oficiales Ferrando y Guglielmo apuestan al experimentado Don Alfonso sobre la fidelidad de sus amantes Dorabella y Fiordigili. Para los que no lo saben: Cosi fan tutte en español así lo hacen todos.
Así lo hacen todos. A veces pienso en la ópera de Mozart, porque esto es exactamente lo que escucho de vez en cuando, cuando las acciones del gobierno cubano - o por delegación - me indignan. Cuando veo las imágenes y escucho los testimonios sobre cómo la Policía Nacional Revolucionaria -como se llama la policía de la llamada Cuba socialista- ataca, golpea y maltrata a los manifestantes pacíficos.
Recientemente, se colgó en la red un vídeo en el que se ve a un hombre golpeando a una señora. Él, un hombre alto y fuerte, con un cigarrillo entre los labios. Incluso la imagen estática muestra la fuerza con la que golpeó. Su camisa, roja, el color que simboliza amor, pero también ira y fuerza. El fotógrafo captó el momento en que la mano de aquel hombre realizaba el acto tortuoso de su cerebro, evidentemente enfermo. Se ve, el movimiento provocado por su rabia, el movimiento de odio de una mano dispuesta a castigar, dedo meñique y anular abiertos; como en las fotos que aún se ven del mayoral castigando a sus esclavos con un látigo, por la razón que sea. Ella, una mujer negra, no muy joven, vestida modestamente, como dicta el país en perenne crisis a sus ciudadanos que no reciben ayuda del exterior. No esperaba ser golpeada. Su camino al suelo, confirma la fuerza del golpe. Cae con las piernas abiertas, sus pies descalzos parecen haberse enganchado en las chancletas de goma amarilla que lleva, su pie derecho se tuerce y ella se sostiene con una mano. Si se vieran sus ojos, se podría ver su sorpresa, quizá su miedo, creo. A su lado hay una muchacha que, evidentemente, está igual de sorprendida y que, obviamente, intenta detener al hombre. Las demás personas de alrededor no parecen darse por enteradas, menos dos hombres, que parecen ver sin estar interesados, me parece. Como si lo que está pasando fuera lo más normal del mundo. Dicen que la mujer estaba allí, en la acera, donde fue agredida, por participar en una protesta. Parecía más bien que era una simple observadora. Dicen que el hombre era un policía de paisano.
Apenas pasa un día sin que escuche noticias similares de Cuba.
Las autoridades estatales cubanas parecen estar en guerra con sus ciudadanos.
Cada vez que veo imágenes de esas acciones policiales, me horrorizo.
En una situación confusa en un calle de La habana, por ejemplo, una mujer está tendida en el suelo donde dos policías uniformados la patean. Se oyen gritos de personas que son testigos: ¡Es una mujer, es una mujer...! Otras imágenes recientes muestran el caso de un joven indefenso, esposado, que recibe un puñetazo en la cara por parte del policía que lo detuvo. Otras, cómo un policía cubano agrede verbalmente a un adolescente y lo aborda con gestos amenazantes y frases vulgares. Mi indignación por estos delitos promovidos por el Estado se encuentra con similar indignación de otros, pero con la observación adicional, casi apologética de que eso ocurre en todas partes. Sucede en España. También en Francia. Y en Alemania sabemos de brotes similares de violencia por parte del poder ejecutivo. Es decir, en los países de este mundo donde los gobernantes se deben a elecciones democráticas también lo vemos. No cabe duda de que parece ser humano querer ejercer poder sobre otros. ¿Es el hombre un sádico nato? Pero en estos países es un delito que el poder estatal actúe de forma arbitraria. Allí existe una protección constitucional del derecho a la libertad de expresión y manifestación. Y gracias al orden democrático, existe una división de poderes que vela por el cumplimiento de las leyes. También sobre el cumplimiento de la ley por parte de la policía. Y la propia ley nos permite denunciar cualquier acto arbitrario. Pero los cubanos no tienen esa posibilidad. Ni el derecho a elegir su gobierno, ni el derecho a la libertad de expresión, ni el derecho a manifestarse. Y en Cuba es inútil denunciar la violencia policial. El presidente instalado (no elegido) del país, Díaz-Canel, se jactó una vez de que en Cuba no había separación de poderes. Y confirmó con orgullo que en Cuba había, en cambio, una unión de poderes. Así que no debe sorprendernos que los golpeadores de mujeres al servicio de la revolución y los muchos otros actores violentos del circo revolucionario actuaran bajo la convicción de que no se enfrentarían a ninguna consecuencia.
Después de estas noticias, creía que difícilmente podría ser peor. Pero lo ha sido:
Hace unos días, una lancha de las Tropas Guardafronteras de Cuba embistió una embarcación con varias personas a bordo que -como tantas- querían huir y escapar así de la falta de perspectiva de la vida en la isla. Por lo menos seis personas murieron, entre ellas una niña pequeña. La madre de la niña y otros supervivientes afirman que fue un ataque deliberado: Nos montamos en la lancha y cuando salimos, él (el conductor de la lancha) disminuyó la velocidad porque se vio cerrado por todos lados, él (un guardafronteras) dijo: "Ahora los voy a partir al medio", y después nos embistió y la partió al medio.
Cosi fan tutte. China, Bielorrusia, Irán, Nicaragua, Corea del Norte, Rusia, Siria, Venezuela ...
Cosi fan tutte...
Nat Neumann, noviembre de 2022
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